Sufro carga mental…

Al marido al que quiero a rabiar

‘Sufro carga mental’.

Carta que morirá en un cajón.

          Me he perdido como mujer, como madre. La verdad es que me veo como un trapo viejo. Creo que tú también me ves así. Ya he notado que ya no me miras con cariño. Ya no recuerdo lo que se siente ser amado, eso es lo que más me duele. Tampoco compartes tiempo conmigo. La mujer que tienes delante te está mirando con desgana y ya tiene los deseos ajados. Se está secando por dentro. Es que lamento haber caído tanto, pero tienes que saber que aspiro a ser de nuevo aquella mujer de quien te enamoraste, pero me cuesta levantar cabeza.

          Nunca te faltaré al respeto porque siempre estás a mi vera. Mi vida sin ti sería una pena que ni te imaginas, pero quisiera decirte unas verdades. No vengo con paños calientes: que lo que me está pasando es por culpa tuya.

          Los dos hijos que tenemos son monos, son nuestro norte, nuestro tesoro. Me moriría por verles felices de por vida y con tantas ganas de vivir. Nuestro día a día que supone un montón de cosas que hacer me está arrasando. Te lo digo sin tapujos: la mujer que tienes delante está rota y hundida. He aprendido a aguantar en silencio, a mantener la frente en alto porque deseo con mil almas que lo tengáis muy fácil y estéis disfrutando.

         Cariño, estoy fundida. No puedo más y temo lo peor. Al anochecer, me flaquean las piernas por haber luchado un montón de veces. Hago cosas y cositas de las que nunca te das cuenta y que me van deslomando. No tienes ni idea de lo fatal que lo estoy pasando. Siempre que vuelvo a casa, te pillo delante de la tele o con las narices en la nevera o sentado en el sofá leyendo el periódico. Me tienes acostumbrada. Ni se te ocurre que falta algo para la casa. No has notado que falta champú y suavizante para la niña. Nunca sabes lo que habrá de cena, lo que comeremos mañana. ¿Lo tienes previsto? Dejas la casa sin barrer, los platos sin fregar, las camas sin hacer, los cuartos sin ordenar… En cada momento, me ves con las manos en la masa, peleando, bregando por vosotros y me miras como un bicho raro.

          Siempre estoy pensando en lo que nos va a pasar, estoy corriendo todo el rato, supervisando, preguntando, comprobando, arreglando cosas de los niños y cosas tuyas, limpiando, preparando las coladas, planchando y doblando la ropa, ayudando a los niños en los deberes, escuchándolos y animándolos para mañana, para la vida, llevándolos a comprar zapatos y prendas que siempre les hacen falta, vigilándoles que se despeguen del móvil, del ordenador, dándoles de comer. Estoy a un montón de cosas, siempre alerta y pendiente de todo y de todos, menos de mí. Muchas tareas que hago no se ven, pero son ingentes. Suponen una carga mental brutal, un desgaste del que no tienes ni puta idea. Cariño, te lo repito, estoy reventada. Esta carga la tengo a tope. La estoy aguantando a pesar mío y me está secando. Muchas veces perdí los papeles, ya lo sabes, y tú me dejas como una mujer amargada mirándome de arriba abajo. Hoy, he estado a un paso de liarla, de petar por la presión que ha sido demasiada.

          Son estas cosas trabajo invisible. Me estoy dejando la piel sin darme un minuto de respiro y tú no ves ni gota. No te importa lo que haga. Lucho a brazo partido para que todo fluya en casa, para que cada uno se sienta bien, pero esta lucha diaria se está volviendo en mi contra. El otro día, se me bloqueó toda la parte derecha, a lo mejor por el estrés, el hartazgo. Mis padres me dan mucha guerra y me tienen manía porque les dedico poco tiempo. Nadie se ha dado cuenta de que me estoy desgastando, me estoy perdiendo como ser humano. La mujer que tienes delante está colgada y con la moral por los suelos.

          Sacas al perro de casa, sacas la basura, haces la compra conmigo cuando te sobra tiempo, lo cual ocurre pocas veces, llevas a los niños al cole y ya está y yo llevo todo el control de lo demás. Pasado mañana, será el cumple de tu hijo y, ¿qué vamos a hacer? ¿Lo vamos a celebrar con sus amigos? ¿Con la familia? ¿Qué le vamos a regalar? ¿Lo tienes pensado? Ya ves, estás conmigo, pero tan lejos del hogar.

          Me da pena que me llames en casa « jefa » y lo peor que sufro es que te partes de risa al llamarme así. Sí que os doy muchas órdenes y ando tras vosotros para que hagáis  lo  que  os  corresponde; de  lo contrario, os rascáis la tripa, no hacéis nada y siempre termina una hacéndolo. Soy esa chacha que os hace la vida más fácil, esa aguafiestas que os despega de los videojuegos, esa cascarrabias que siempre viene con reproches y esa maruja que se queja todo el rato de un montón de cosas. La mujer que tienes delante se ha olividado de sí misma y ahí es donde te equivocas haciendo la vista gorda. Has hecho harina a mi persona y, por lo tanto, se me hace muy duro vivir entre vosotros.

          Pasan los días y sucede lo mismo: amanezco molida. Me duelen los brazos y la planta de los pies. Me siento atrapada en esta casa y cada día, me veo obligada a renunciar a ser una mujer con deseos y sueños que realizar. Al despertarme, al acostarme, la maquinita que llevo dentro del cerebro me dicta todo lo que he hecho mal, lo que tengo que hacer, lo que debería hacer y estoy dándole sin parar para que las cosas me salgan mejor. Todas esas tareas me han desalojado de mi presente. Mis días son luchas y los vivo a todo meter, lejos de vosotros, en otro tiempo, en un futuro que desconocéis. La mujer que tienes delante se ha negado a ser sí misma por tener muchas cosas entre manos. Me gustaría tanto dejar la mente en blanco una hora, pero no puedo; ya no puedo.

          Cariño, me da asco ver en lo que me he convertido. Te estoy escribiendo y me saltan las lágrimas. Me ha aliviado un poco vaciar el costal. Estoy hecha un palo y finjo que estoy contenta para que viváis de lo lindo. Remo y remo, pero la verdad es que estoy pasando por el aro.

          Entre tarea y tarea, sufro que ni te digo porque llevo toda la responsabilidad de la casa.

          Te pido, cielo mío, que abras los ojos, que me mires más y cambies… Te estoy dando la voz de alarma.

 

Texte écrit par Bel Bahloul

Correo electrónico : bel.bahloul@laposte.net

 

‘Has hecho harina a mi persona’.
01 El relato. ppsbotton
02 Vocabulario. ppsbotton
03 Unas preguntas (ppt). ppsbotton
04 Unos ejercicios. ppsbotton
05 Unas frases. ppsbotton
06 ¡Exprésate! ppsbotton

 

 

 Alberto Soler, psicólogo.

‘Ayudar en casa’ no es suficiente, hay que compartir la carga mental.

Ver el vídeo en Youtube.

‘Tiene la cabeza como un bombo’.
07 Comprensión. ppsbotton
08 Vocabulario. ppsbotton
09 ¡Exprésate! ppsbotton

 

 

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