Tres meses de cárcel por dos bofetones.

Tres meses de cárcel por dos bofetones.

Historia basada en hechos reales.

 

– No me desquicié para nada al verlo tan rebelde. Le propiné dos bofetones, uno porque llevaba una semana sin lavarse y atufaba, y otro por no atender a mis órdenes. Se fue sin mi permiso a un barrio de mala nota a jugar al fútbol, llegó a las tantas a casa y dejó las tareas del cole sin hacer. Es que yo como madre y referente no puedo pasarle tantas cosas. Es que me está faltando al respeto. Con su padre, anda suelto, pero, conmigo, no. Siempre le pararé los pies las veces que hagan falta. Señores, a mí no se me fue la mano. Lo tenía todo controlado, que los cachetes, sí que se los merecía y corregirle así no hace de mí ni una maltratadora ni una mala madre. A ese chico no hay manera de educarlo y no me pueden acusar de un delito de maltrato. Tengo un hijo que se desmadra y sólo quiero que no pierda el rumbo.

Eso fue lo que dijo Paqui ante la justicia y uno de los jueces le comentó lo siguiente:

– Los hechos enjuiciados, señora Martínez, se remontan a unos quince días y sus palabras para aclararlos no son de recibo. El parte médico no deja lugar a dudas. Arroja que no fueron simples cachetadas porque le dejaron rojeces a su hijo dos horas después de los hechos. Además, le agarró por el brazo ocasionándole unos arañazos. Tiene derecho a reprender a su hijo por no acatar unas normas, pero la ley prohíbe el uso del castigo físico aunque sea de modo leve para conseguir algo, y en este caso para que su hijo se asee. Señora Martínez, se lo repito, no fueron cachetadas sino golpes de extrema violencia.

– Señores jueces, le dije a mi abogada que no estoy nada arrepentida de lo que hice porque, en aquella noche, no perdí la paciencia ni los estribos. Dos bofetones no tienen nada de maltrato. Mi hijo es un niño conflictivo, difícil de criar, rebelde y cuando está conmigo, se pone borde y desobediente. Hace todo lo que pueda para retarme y no puedo dejarle que haga lo que le dé la gana. Me lo estoy tomando todo a pecho para que sea buena gente. ¡Que no se engañen, señores! Mi ex marido me ha empapelado para hacerme daño. Quiere pasarme la cuenta por la mala relación que tenemos.

– Señora Martínez, el caso acabó con un juicio porque, con tales gestos, usted se excedió en el ejercicio del derecho de corrección. No recurrió a una corrección física moderada. Le impuso a su hijo castigos físicos penados por la ley. No le dio una bofetada sino dos, lo cual supone que perdió el control de la situación haciendo de él una víctima de violencia física. Todo apunta a que se le nubló la razón. Sus actos no lindan con un delito, son un delito, señora.

– Señores jueces, tienen que saber que con mi ex marido del que me separé hace unos meses, nos tiramos los trastos a la cabeza. Estamos tirantes en todo. Mi hijo no lo tiene nada fácil porque se ha puesto de parte de su padre que siempre me trata como a un trapo sucio y eso le da pie para desobedecer a su madre. Vive demostrando su odio hacia mí pasándose por el forro mi propia autoridad. Mi hijo siempre regresa a casa hecho un tirano.

– Aquí viene nuestro fallo, señora Martínez. Nuestra sentencia recoge que, de momento, usted no se ha arrepentido de lo ocurrido, que se valió del castigo físico para que su hijo atendiera a razones, que sigue empeñada en que ese modo educativo violento es la herramienta adecuada para sacar adelante a su hijo. Por estas razones y en conformidad con la ley que pena cualquier uso de la violencia, la condenamos a una pena de tres meses de cárcel y a seis de alejamiento. Podrá seguir comunicándose con su hijo, pero sin tener encuentros físicos durante el periodo indicado. Tendrá que acatar la condena desde hoy mismo, sin demora.

Texte écrit par Bel Bahloul

Correo electrónico : bel.bahloul@laposte.net

 

« Se le nubló la razón ».
01 El relato. ppsbotton
02 Vocabulario. ppsbotton
03 Unas preguntas. ppsbotton
04 El documento del alumno. ppsbotton
05 Leer, buscar, contestar. ppsbotton
06 Traducir unas frases. ppsbotton

 

 

Unos comentarios :

Miguel : Yo digo que la violencia en contra de los niños no se puede defender. Hay que acabar con ella. Se empieza por dos tortas y se acaba a palos. Educar a un niño a hostias no lleva a nada. Más vale maña que fuerza, eso lo decía mi abuelito.

Estela : No coincido con Miguel. En mi opinión, dos hostias bien dadas a tiempo les quitan la tontería a los niños… La mayoría de mi generación las recibió en uno u otro momento y no salimos traumatizados ni perjudicados… Para decirte la verdad, recuerdo que mi madre me pegaba con una zapatilla cada vez que llegaba a casa a las tantas y con todo, la quiero a rabiar.

Nina : El meollo del problema no son los bofetones sino las malas relaciones que mantienen los padres entre sí. Parece que el esposo le tiene manía a su ex. Y el niño se está aprovechando de la situación para hacer lo que le dé la gana. Seguro que va a ser un malcriado y en esta familia, no hay quien le pare los pies. Me duele ver tanto odio.

Juan : Nunca se le debe pegar a un niño ni a un adulto, pero la sentencia me parece por completo desproporcionada. La madre no es ninguna maltratadora y carga con tres meses de talego. Algo tiene que cambiar. En esta justicia, hay algo que es injusto. Se diría que esos jueces hacen la vista gorda ante la actuación del marido.

Antonio : ¡No nos equivoquemos! Hay que dejar las cosas muy claras: esta mujer tiene derecho a corregir con dos bofetones a un cerdito que se niega a lavarse. No quiere que ande suelto, que apeste y deje las tareas del cole sin hacer. Al pegarle, le está mostrando que se ha pasado de la raya y que debería acatar las pautas de la familia. Ese niño es imposible y la madre, pobrecita, las está pasando negras.

Pepe : Me gustaría comentar lo siguiente : una cosa es el maltrato que es penado por la ley y otra cosa que es reprender a un niñato que no atiende a las órdenes. Mi padre siempre decía que más vale una hostia a tiempo que luego lamentar y yo me llevé unas cuantas. Hoy, soy un hombre con carrera, educado y cariñoso con mi familia. Cuando sales a la calle, ya ves a los chavales que ni respetan a nadie. Por eso, considero que una hostia a tiempo nunca pasa a mayores.

 

Unos comentarios.
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